Débora siempre había sentido que su cuerpo era una batalla constante. No quería mirarse al espejo porque lo único que encontraba eran críticas duras hacia sí misma. Llegó a someterse a una cirugía para bajar de peso, pero con el tiempo recuperó el peso perdido, y esa frustración la hundió aún más en la sensación de fracaso. Sentía que la comida la dominaba, que cada antojo significaba una lucha que no podía ganar.

 

Con ese peso físico y emocional encima, decidió dar un paso que cambiaría su historia: entrar a mi mentoría BioNeuroAdelgaza. No buscaba solo bajar de peso, sabía que había algo mucho más profundo dentro de ella que pedía ser sanado. Y tenía razón. Al iniciar el proceso comenzó a descubrir heridas internas que no sabía que cargaba, memorias dolorosas que estaban enraizadas en su manera de relacionarse con su cuerpo y con la comida.

 

Lo que al inicio le generaba miedo —fracasar otra vez, no ver resultados— se fue transformando en una experiencia de amor y acompañamiento. En nuestro programa se dio cuenta que no estaba sola, que pedir ayuda no era debilidad, sino un acto de valentía. Paso a paso, Débora dejó de hablarse feo, de rechazarse al espejo, cambió la forma en que se miraba y comenzó a agradecerle a su cuerpo por sostenerla todos estos años.
Débora entendió que la comida no es un recurso tapar emociones, sino para nutrir el cuerpo. Antes comía sin darse cuenta, ahora lo hace con conciencia. Antes lloraba de angustia por no sentirse suficiente, ahora reconoce que el cambio no se trata solo de perder peso, sino de sanar el alma y reconciliarse con quien realmente es.

 

Para ella, el proceso ha sido como quitarse una venda de los ojos: aprendió a alimentarse mejor, a vivir con más conciencia y a transmitirle a sus hijos una relación sana con la comida. Débora no niega que aún hay camino por recorrer, pero ahora lo transita con ganas y no desde la frustración. Lo más valioso que encontró no fue solo un número diferente en la balanza, sino una nueva manera de mirarse y amarse.

 

Hoy se siente más libre, más ligera por dentro, y con la certeza de que lo más importante que ganó fue encontrarse a sí misma. Como ella misma lo dice: “Este proceso no solo cambia el cuerpo, cambia la mente y la forma de mirarse a uno y a los demás. Ya no me siento opacada por mi peso, siento que mi alma está sanando y brillando hacia afuera.”

 

Débora descubrió que más que un programa para adelgazar, esta fue una experiencia para aprender a amarse. Y ese, sin duda, es su mayor logro.

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Es simple. 

Puedes seguir probando estrategias abusivas como pastillas, operaciones, dietas restrictivas, puedes seguir matándote de hambre, sufriendo y frustrandote cada vez que ves el número en la balanza, o puedes tomar una llamada con nosotros para ver cómo podemos acompañarte a lograr tus metas y objetivos con tu cuerpo y la comida.

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Esto no es ninguna solución mágica, tienes que entender que sin compromiso y determinación ningún objetivo ni meta será cumplida.

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Espero que podamos acompañarte en todo tu proceso.

Por tu libertad física, mental y emocional siempre…

Micaela.